La cultura de las comunidades Menonitas gira en torno a mantener primordialmente una vida sencilla sin permitir que la tecnología y la “modernidad” tome el control de sus vidas, trastocando la esencia de sus tradiciones, creencias y modo de vida.
En el sentido estrictamente etimológico la palabra cultura se deriva del vocablo latino “cultura” que significa en cultivo, término que con el paso del tiempo se asoció al fruto o resultado de una serie de acciones o ideas con que comulga un grupo de personas. Sin embargo, la Real Academia de la Lengua Española establece que la cultura es un conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época o grupo social.
El término menonita surge en honor de Menno Simons, sacerdote, que en 1536, durante la reforma religiosa de la Iglesia Católica, rompió con la jerarquía romana y también se opuso a la reforma protestante, bajo el argumento de que los protestantes al criticar al catolicismo habían cometido otros errores, por eso pregonaba en su comunidad que la única forma de vivir era bajo el sometimiento a los designios de la biblia y llevar una vida sencilla como la de Jesucristo.
Los oponentes de Menno Simons comenzaron a llamar a sus seguidores “menistas” o menonitas a manera de insulto, por promover una vida sencilla en comunidades agrícolas, sin lujos materiales y apegados a una doctrina pacifista.
Las comunidades menonitas que se extendieron en Holanda, Alemania y Polonia, fueron desplazadas por las persecuciones a países de Europa Oriental, como en Rusia. Sin embargo; esto no significó que al habitar en naciones con otro modo de vivir cambiaran sus tradiciones, sus creencias religiosas y mantuvieran el alemán como su lengua.
En el año 1683 algunas comunidades se establecieron en el actual estado de Pensilvania, en Estados Unidos. Los grupos residentes en Rusia y Suiza emigraron a Canadá y a países de América Latina como México, Costa Rica, Bolivia y recientemente en Argentina.
Ante la persecución que han vivido desde su formación, estas comunidades han desarrollado un concepto muy fuerte de comunidad que lo han aplicado en cualquier parte del mundo, ya que está fundamentado en sus valores y creencias religiosas.
Los autores Brent Alderfer y Vern Rempel, en su obra “The Mennonite», sostienen que la mayoría de los menonitas sienten que la comunidad es una parte muy importante de su experiencia en la iglesia y fe, aun cuando para la mayoría de ellos no signifique vivir juntos física o comunalmente en un recinto.
Precisan que algunas familias, parejas o personas solteras han trabajado y compartido casas o finanzas; pero para la gran mayoría, la comunidad es un sentimiento de conexión con otros que comparten valores comunes, metas y perspectivas. Sin embargo, es posible tener comunidad con personas que son muy diferentes a los propios menonitas.
“Si hacemos el esfuerzo de asistir a las reuniones, estamos haciendo el trabajo de comunidad. Estamos combatiendo el aislamiento – la urgencia por privacidad. Podemos vernos a los ojos, olernos, darnos la mano, sentir el abrazo, experimentar el lenguaje corporal. La comunidad no funciona a control remoto” (1).
La fuerza para mantener sus creencias pacifistas y su oposición a la Primera Guerra Mundial llevó a jóvenes menonitas estadounidenses a las cárceles por negarse a enlistarse en la milicia para participar en el conflicto armado.
Para la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, se reconoció el derecho de los objetores de conciencia, en el que se establece que por creencias religiosas o éticas es posible que se incumplan ciertas normas jurídicas; por ello los menonitas no fueron perseguidos ni encarcelados por negarse a participar en el conflicto armado, lo que obligó al Gobierno Norteamericano a ofrecerles otro tipo de cooperación e integrarse al Servicio Voluntario Alternativo que posteriormente se convirtió en el Cuerpo de Paz de Estados Unidos.
Las especialistas Sanatareli y Campos revelan en una investigación realizada en la comunidad menonita de La Esperanza, Argentina; que las prácticas cotidianas en dichas comunidades permanecen intactas desde el siglo XVI y se repiten de forma idéntica en territorios de diversos estados y en ámbitos locales con proyectos de futuros propios.
«En consecuencia, constituyen territorios dentro de territorios pues exigen al Estado receptor ciertas concesiones que representan el eje significativo de su identidad cultural: libertad de culto, de lenguaje, control de la enseñanza en sus propias escuelas, reglamentación de las relaciones sociales, económicas y de poder en el interior de la colonia según sus propios códigos, exención de participar en acciones bélicas, de emitir juramentos y utilizar símbolos no pertenecientes a su cultura»(2).
En el caso de las comunidades radicadas en Chihuahua, México; María Olivia Trevizo Nevárez, académica de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, profundiza sobre la fuerza de la identidad cultural menonita a través de su sistema educativo que deriva en la trascendencia de una ideología pacifista y sin nacionalismos, en la que su endogamia les permite expresarse como un pueblo de autogobierno y autogestivo.
«La identidad de los menonitas se reconstruye con el contacto cultural a través de la tecnología y convivencia con otros grupos dentro de las escuelas, la escuela transforma la mentalidad de los sujetos y reconstruyen una identidad, aunque ellos vivan en México, la presencia cultural en el contexto áulico, a través de metodologías y libros en otros idiomas, principalmente en Alemán y de sus países de origen, tienen mayor influencia que los contenidos escolares sugeridos por la SEP (Secretaría de Educación Pública) como la historia o símbolos mexicanos que los identifique como individuos de ésta nación, se dicen a sí mismos menonitas, o individuos de procedencia Europea. No se consideran nacionalistas mexicanos, no izan bandera ni presentan sus respeto a los símbolos patrios» (3).
Conclusiones:
Es posible sostener que ante la persecución y constante peregrinaje, las comunidades menonitas han mantenido afianzados sus valores, sus tradiciones, su sistema educativo, sus creencias religiosas, así como el desarrollo de una vida pacífica mediante comunidades agrícolas, donde el apoyo entre los integrantes de las comunidades es la fuerza que ha mantenido su cultura distribuida por más de 82 países.
Aun y cuando los menonitas han estado expuestos a los constantes embates de una sociedad basada en la economía de consumo y recientemente ante el desarrollo de la tecnología, los medios de comunicación y las redes sociales han mantenido su identidad basada en pilares como su fe, su sistema educativo y sus valores.
Para finalizar comparto esta reflexión de Trevizo Nevárez que engloba de manera contundente el poder y la influencia de un estilo de vida para sustentar la identidad de un grupo humano y el respeto y tolerancia que se debe tener hacia estos grupos que por convicción han decidido no sumarse a una sociedad «moderna».
«El fenómeno de la globalización lejos de convertirnos en ciudadanos con conflictos de identidad, podemos aprovechar la riqueza de otras culturas y empezar a tener el sentido de otredad, tolerancia y respeto a las ideologías y costumbres ajenas»(4).
http://www.youtube.com/watch?v=lSUh4GnuuMA
Citas bibliográficas y fuentes consultadas
1) Brent Alderfer Brent y Rempel Vern, the Mennonite 2 de marzo de 1999
2) Santarelli Silvia; Campos Martha Eberle, Caludia; Religión migraciones y paisaje: Los menonitas en Guatraché. Revista del Departamento de Geografía y Turismo Argentina, 2004.
3 y 4) Trevizo Nevárez, María Olivia, La educación menonita: una cultura tradicional en la modernidad, Primer Congreso Internacional de Educación.
http://bibliotecadigital.uns.edu.ar/pdf/rug/v15n1/v15n1a11.pdf
http://cie.uach.mx/cd/docs/area_07/a7p8.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/Menonitas
http://www.menonitas.net/menonitas/?Page=3279|Qu%E9+significa+%93comunidad%94+para+los+Menonitas
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=cultura–
Andrés Zúñiga 